Y dice...

Éste era un caballito,
que a una ventana llegó;
a pretender a una joven,
la joven correspondió.

-Pásele usté para adentro,
su caballo en el corral;
mi marido es campesino,
y ha de tardar en llegar.

Estaban en la conquista,
cuando el marido llegó;
-¡mi marido!-¡Su marido!
¿Y a dónde me escondo yo?

-Pásele por esa puerta,
que da para el comedor;
eche la llave por dentro,
el llavero lo guardo yo.

Quince años tenía Martina,
cuando su amor me entregó;
a los diez y seis cumplidos,
una traición me jugó.

-Qué te ha pasado Martina,
que no estás en tu color;
has tenido calentura,
o has tenido nuevo amor.

-No he tenido calentura,
ni he tenido un nuevo amor;
es que he perdido las llaves,
de que si no comedor.

-¿De quién es esa pistola?,
¿de quién es ese reloj?,
¿de quién es ese caballo
que en el corral relincho?

-Ese caballo es muy tuyo,
tu papá te lo mandó;
pa'que fueras a la boda,
de tu hermana la menor.

-Yo pa'qué quiero caballos,
si caballos tengo yo;
lo que quiero es que me digas,
¿quién en mi cama durmió?

-En tu cama nadie duerme,
cuando tú no estás aquí;
si me tienes desconfianza,
no te separes de mi.

Y la tomó de la mano,
y a sus papás la llevó.
-Suegros, aquí está Martina,
que una traición me jugó.

-Llévatela tú, mi yerno,
la iglesia que le entregó;
y si ella te ha traicionado,
la culpa no tengo yo.

Así siguieron hablando,
hasta que un tiro sonó;
y la pobre de Martina,
dando suspiros murió.

Asustado el caballero,
de su escondite salió;
y de tres tiros fue muerto,
por el mismo marcador.

Fin